Altares Monumentales

Entre el 1 y 2 de noviembre, los pobladores de Huaquechula y Tochimilco, en el estado de Puebla, elaboran los ya mundialmente reconocidos Altares Monumentales. Estos altares son estructuras piramidales de varios niveles colocados generalmente en el recibidor de la casa, decorados majestuosamente y que es a donde llegarán las ánimas a degustar el banquete que les ofrecen sus familiares.

Aunque estas poblaciones tienen variaciones en sus altares, ambos son impresionantes. En Huaquechula se hacen los altares de “cabo de año”, dedicados a aquellos que fallecieron recientemente durante los meses previos a la celebración del 1 de noviembre. En Tochimilco elaboran un altar en donde todos sus elementos son confeccionados completamente de pan. Para los difuntos que no tienen familia que los recuerde, los pobladores colocan pequeños altares en la vía publica para honrar su memoria.

Los niveles de los Altares Monumentales tienen diferentes significados. El Mundo Terrenal representa la vida que tuvo el difunto en la tierra. Aquí se ubica la foto del familiar fallecido y en torno a ella se colocan sus alimentos favoritos y los objetos que le pertenecían. Cerca de la foto van los “lloroncitos”, que representan a los deudos. Al pie del altar se adorna con arreglos florales y velas decoradas. En el Cielo van los angelitos y a la Virgen María. Se coloca tela o papel blanco en forma de pliegues para asemejar nubes. La Cúspide Celestial lleva generalmente el crucifijo o santo que remata el altar. Los niveles son separados y decorados con tiras de papel cortado con la técnica de filigrana con un detalle increíble.

Los Altareros son los encargados de construir los Altares Monumentales y son normalmente contratados por los familiares de los difuntos. El tamaño y riqueza de la decoración dependen en gran medida de las posibilidades de cada familia, ya que pueden llegar a costar hasta 15 mil pesos.

La tradición dicta que los muertos llegan a las dos de la tarde del día primero, por lo que en ese momento suenan las campanas del templo para anunciar su llegada. Los difuntos son guiados a sus hogares por caminitos de flor de cempasúchil que van desde la calle hacia la base del altar.

Hay algunos altares en los que se pueden visitar las ofrendas, pero siempre de manera respetuosa. Es costumbre llevar una vela que se colocará al pie del altar o bien dejar una aportación económica al pie del altar. Al salir, el dueño de la casa le invitará a cada visitante a tomar un pequeño refrigerio como agradecimiento. 

Al día siguiente los familiares acudirán al camposanto muy temprano por la mañana para limpiar y decorar las tumbas. Colocarán gran cantidad de flores, velas y encenderán copal e incienso nuevamente para acompañar a sus difuntos.